jueves, 26 de mayo de 2011

PSICOSIS Y SOFISTICA (Antoine Compagnon)

De  Loca verdad (Verdad y verosimilitud del texto psicótico)(Julia Kristeva). Folle verité (Verité et vraisemblence du texte psichotique) Editions du Seuil 1979. Trad.: Martín Caparrós. 1985, Editorial Fundamentos, Madrid, España.


                                                      PSICOSIS Y SOFISTICA

                                                           Antoine Compagnon



[...]

   Partiré ahora de una observación de detalle, frecuentemente subrayada sin embargo: la de la estereotipia del discurso psicótico, en el que flotan, como islotes de sentido, clichés y frases hechas. Sin duda esto corresponde a una fase de la psicosis, en la que, tras el desencadenamiento, se opera una reconstrucción(29).
   Ahora bien, el cliché o el estereotipo representan la gnomé por excelencia, o el endoxos. El psicótico habla por endoxa, en el sentido de las ideas admitidas. Pero, y es aquí donde se inscribe la locura, en lugar de ser consideradas verosímiles, estas ideas son vividas como afirmaciones verdaderas, como premisas  o presunciones necesarias. Kant ya lo sugería cuando escribía que la máxima, en la medida que somete la razón a una ley diferente de la que se propone a sí misma, es lo contrario de la libertad de pensar y equivale a un uso sin ley de la razón(30). Aquel que toma lo verosímil por verdadero, en otros términos, el que toma los endoxa por proposiciones necesarias, no es libre, es actuado, como una fatalidad.
   Esta sería una de las razones por las cuales, como se ha vuelto corriente, se podría asociar psicosis y ciencia: las vías y las elaboraciones serían formalmente análogas ya que ambas, psicosis y ciencia, considerarían sus premisas como afirmaciones necesarias y verdaderas; ambas proscribirían lo verosímil. Dichl de otra manera, sería la propia categoría de lo verosímil, o la del discurso del Otro, si se puede identificarlos, la que sería inexistente, ausente en la psicosis.
   De donde los delirios de influencia o posesión, las alucinaciones auditivas, la transmisión de ideas, como si el psicótico estuviese invadido por ideas flotantes venidas de los otros, admitiéndolas al pie de la letra, sin ningún poder sobre sus entradas o salidas. Estas ideas son depositadas en él por los otros que lo ocupan, que hablan en su nombre y lugar, que lo actúan(31). El psicótico sería el depositario de esas ideas, de esas voces (vox traducirá así la gnomé griega al latín) cuyo respondiente sería para él una autoridad exterior: la opinión común, la élite, el hombre célebre, su madre. El discurso de la madre es el modelo del endoxos impuesto como verdadero. Y esas ideas atarían al psicótico, lo constreñirían, le prohibirían los pensamientos propios, la palabra en primera persona.
   Sea, por ejemplo, el caso del hombre de los sesos frescos, analizado por E. Kris y retomado por J. Lacan: el episodio psicótico, la conversión de un fantasma de plagio o de influencia en un pasaje al acto en la anulación de la transferencia. "Osesión del plagio, y aún del plagiarismo", escribe J.Lacan, que le impide publicar y compromete su carrera de intelectual. "La traba es la compulsión por la cual se siente impilsado a tomar las ideas de los otros"(32). Tras minuciosa encuesta de Kris se revela que no hay nada de eso, que sus libros le pertenecen totalmente; "roba nada"; y J. Lacan comenta:"no es su defensa contra la idea de robar lo que le hace creer que roba. Es el hecho de poder tener una idea propia de lo que no tiene ni la menor idea"(33). Pero el fantasma obsesivo es incitador, apresura, anticipa; es una llamada urgente a la escritura, antes de que sea dichopor quien ya lo sabe, y de hecho el hombre de los sesos frescos había escrito un libro. La intervención de Kris, en lo real, cuando contraría al fantasma y almandato obsesivo, desencadena el pasaje al acto e induce un mandato completamente diferente: la ingestión de sesos, o sea una relación totalmente diferente con el fuera ya no de precedencia y tensión, sino de habitación, de posesión: de confusión entre el dentro y el fuera, sin siquierala posibilidad de destruir el discurso intruso. Esto es lo que, sin contrariar la interpretación obsesiva, designa el episodio psicótico: que ninguna idea sea mía y que ellas me sean sin embargo impuestas, sin que yo pueda remediarlo. No son solamente las palabras las que no me pertenecen, sino todo el discurso, todo lo que podría decir.
   Según un rumor que circula en París, el psicótico no tiene inconsciente. Sin duda es este el corolario de una proposición aún más trillada, un estereotipo admitido y transportado sin chistar (¿quién es pues el psicótico?): el inconsciente esta estructurado como un lenguaje. Precepto cuya universalidad es engañosa: no hay un lenguaje, sino diversas concepciones del lenguaje. El inconsciente está estructurado como un lenguaje: qué significa esto en efecto, sino, por un abuso del lenguaje y sin querer saber nada de las otras concepciones del lenguaje, como un lenguaje en el sentido de Aristóteles y de su sucesión, caracterizado por su incapacidad, su fracaso fatal en decir la verdad del ser, su necesaria aproximación, y cuyo funcionamiento se teoriza a partir del signo y de la significación. El signo y la significación son postulados por Aristóteles como aquello que , pese a la inadecuación fundamental del lenguaje, permite decir y hacerse oir. A propósito del psicótico, sería entonces conveniente precisar -sería más justo y menos tajante- que su inconsciente no está estructurado como un lenguaje, en el sentido de la tradición occidental hasta Aristóteles, es decir un sistema de signos que, al mismo tiempo, separan y unen el logos y el on, la significación y la verdad. Puesto que, para el psicótico, significación y verdad son sólo una, es por esto que su discurso no tiene más significación  -siempre en el sentido aristotélico- sino una necesidad inevitable y fatal que Freud revelaba en la alucinación. Es decir que el psicótico no se resuelve a la minusvalía esencial del lenguaje, o mejor dicho a esta hipótesis aristotélica que en el fondo nada justifica, puesto queel lenguaje, tanto sea adecuado como inadecuado en lo que le conviene a sí mismo. Para el psicótico, toda enunciación es necesaria: es considerada verdadera, no porque su contrario sea falso, sino imposible, impensable en primera persona, inadmisible.  La idea admitida es vivida como necesaria(verdadera) poruq esu contrario sería inadmisible, es decir que no se propondría acompañado de ningún garante exterior.

   Dos breves observaciones:

   1. El psicótico refutaría la cpncepción aristotélica del lenguaje, en la medida en que ésta elabora la hipótesis del signo para describir su supuesta inadecuación. Ahora bien, se habla sin cesar de signos en la psicosis, de las alucinaciones como signos, de una vida bajo el imperio de los signos: conviene aquí tomar el término de signoen una acepción diferente a la de Saussre o de la tradición aristotélica: es la palabra pegada a la cosa, el lenguaje adherente al ser, como tal, perfectamente adecuado. Si el signo, lo verosímil, lo ambiguo es considerado necesario, luego verdadero, unívoco, deja de ser un signo(lo que Aristóteles llama symbolon); o si no, es un signo, en el sentido ya no del symbolon que es mediatidad, sino del semeion similar e inmediato, opuesto al lenguaje como en el fragmento heraclitiano: "el oráculo que está en Delfos no habla, no disimula, significa"(34). Tales son las Grundsprache de Schreber y la mayor parte de las glosolalias: no hablan, "significan", comandan, actúan, puesto que son transparentes e inmediatas.

   2. El psicótico ignora lo verosímil, el símil, el pseudos, la represión. Pero esto no equivale, contrariamente a otro tópico actual, a que diga la verdad. Que lo verosímil sea considerado necesario (imponiéndose y expropiando los pensamientos propio), no significa que sea verdadero por sí mismo, sino que su contrario, como lo he dicho, es inadmisible, imposible, increíble. El concepto de verdad(lógica u ontológica) supone lo verosímil como presupuesto, es decir, el lenguaje despegado del ser. Afirmar la necesidad de lo verosímil (35), identificar lo verosímil con lo verdadero, equivale a no separar el lenguaje del ser, o sea a no situar la carencia que confiere al discurso su poder de significación e introducela posibilidad de la verdad como resolución siempre parcial y efímera de esa carencia. Lo inadmisible es la nada o el vacío que roba el hombre de los sesos frescos, es lo real, mientras que lo verosímil en la neurosis, los endoxa sujetos a rechazo, sería la realidad. Lo verosímil necesario en la psicosis es una paradoja (una contradicción en los términos, pero no se trata de los términos de la psicosis), no soporta afirmación ni negación: es , auténtico, es decir autentificado.

   Sin duda se puede así captar mejor lo que quería decirse en la ausencia de inconsciente en el psicótico: lleno de discursos distintos y desterrado de sus propios pensamientos, el psicótico ignora lo verosímil como tal(por admitir o rechazar), es decir el discurso del Otro. En suma, allí no puede existir Otro, en la medida en la que es El mismo, en la medida en que las ideas ajenas que habitan el sujeto son sus propios pensamientos. Lo que J. Lacan ha traducido como repudio de lo real o del Nombre del Padre es el hecho de que nada de lo real sea circunscrito como  realidad a partir de esta prueba que Freud observaba en la separación del dentro y del fuera por medio del Yo-placer. Que nada de lo real produzca realidad, es decir verosímil como tal (lo cual es admitido por la prueba de realidad porque ésta lo encuentra también fuera), implica que todo real retorne inmediatamente como síntoma, o sea como coalescenciadel lenguaje y el ser, del mismo y el mismo, sin Otro. El síntoma sería de alguna manera lo verosímil necesario hecho acto.
   Pero todas estas descripciones de la constitución de la realidad, tanto la freudiana como la lacaniana, reposan en la hipótesis aristotélica del signo, de la separación del lenguaje y el ser que precisamente refuta el estropicio psicótico. No hay pues nada de sorprendente en que estas descripciones transcriban en negativo: desautorización, repudio, etc. Conviene retornar a las concepciones del lenguaje distintas de la aristotélica, presocráticas o sofistas que,  igual que el psicótico, toman el lenguaje como lo que es, sin prejuzgar acerca de su impotencia y su inadecuación. Así, la verdad tendrá un valor diferente.

NOTAS:
(29) Sobre la distinción de dos momentos en la psicosis (pérdida, luego reconstrucción de la realidad), cf. Freud, "La pérdida de realidad en la neurosis y en la psicosis", O.C:,t.II,p.504.
(30) Kant, Qué es orientarse en el pensamiento, trad. A. Philonenko, París, 1959 (1972), p.87.
(31) Cf. F. Roustang, "Pour une approche théorique de la psychose", Un destin si funest, París, 1976,pp. 175-201.
(32) J. Lacan. "Respuesta al comentario de Jean Hyppolite sobre 'Verneinung' de Freud, in Escritos 2, trad. T. Segovia, Siglo XXI, México, 1975, p.154.
(33) J. Lacan, "La dirección de la cura", in Escritos 1,trad. T. Segovia, Siglo XXI, México, 1971, p. 232.
(34) Fr. 93, Diels.
(35) El signo psicótico sería no sólo un semeion, sino además un semeion necesario, un tekmerion(cf. n.20).


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