miércoles, 25 de mayo de 2011

JEAN ALLOUCH - EROTICA DEL DUELO EN TIEMPOS DE LA MUERTE SECA

(Érotique du deuil au temps de la mort sèche. 1997, E.P.E.L. Trad.: Silvio Mattoni. 2006, Ediciones Literales, Córdoba, Argentina)

                                                          Erótica del duelo
                                                en tiempos de la muerte seca


                                                          El saber no sabiendo
                                                          es de tan alto poder,
                                                          que los sabios arguyendo
                                                          jamás le pueden vencer;
                                                          que no llega su saber
                                                          a no entender entendiendo,
                                                          toda ciencia trascendiendo.

                                                          San Juan de la Cruz 


                                                         ¡Que te sirva de vela!*



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                                                                        [...] nada podría decirse "seriamente" (o sea para formar una
                                                                        serie límite) sino adquiriendo sentido por el orden cómico.
                                                                                          Jacques Lacan,"L`étourdit",
                                                                                            Scilicet 4, París, Seuil, 1973, p.44.





   Los poetas, una vez más, se habrán anticipado.
   Que el duelo sea llevado a su estatuto de acto. El psicoanálisis tiende a reducir el duelo a un trabajo; pero hay un abismo entre trabajo y subjetivación de una pérdida. El acto es capaz de efectuar en el sujeto una pérdida sin compensación alguna, una pérdida a secas. Después de la Primera Guerra mundial(1), la muerte no espera menos. Ya no vociferamos juntos contra ella; ya no da lugar al encuentro sublime y romántico de los amantes transfigurados por ella. Por cierto. Pero resulta que, dentro de la ausencia de un rito con respecto a ella, su actual salvajismo tiene como contrapartida que la muerte empuje el duelo al acto. A muerte seca, pérdida a secas. En adelante, sólo semejante pérdida a secas, sólo un acto así, logra entregar el muerto, la muerta, a su muerte, a la muerte.
   Kenzaburo Oé (2) caracteriza ese acto(que bien puede, en efecto, requerir cierto trabajo) como "gratuito sacrificio de duelo". El deudo efectúa su pérdida suplementándola con lo que llamaremos un "pequeño trozo de sí"; éste es el objeto propiamente dicho de ese sacrificio de duelo, ese pequeño trozo ni de ti ni de mí, de sí; y por consiguiente, de ti y de mí pero en tanto que tú y yo siguen siendo , en sí, indistintos.
   Erotizado (de otro modo, no se advierte de qué habría una pérdida pura), ese pequeño trozo de sí requiere una "erótica del duelo". Sobre esa puesta, sobre la apuesta fálica ("el pequeño"), la noción de "trabajo de duelo" extendía un velo no púdico, sino oscurantista. Si arrojan ese velo (lo que no es igual que levantarlo), el pudor no perderá nada. Quien quiera que no considere de buen tono ver cómo surge así la cuestión del falo en el seno mismo del espantoso sufrimiento del duelo podrá abandonar aquí mismo este libro...
   "My heart is in the coffin there with Caesar", proclama públicamente el Antonio de Shakespeare(3). La versióm del duelo aquí propuesta se halla entre dos lecturas posibles de esa frase. Lectura uno: "Sufro porque mi corazón está en ese ataúd, no está en su sitio pues me fue arrancado por la muerte", ahí tenemos a quien está de duelo; lectura dos: "Bueno, sí,está allí, y lo abandono en ese sitio que ahora reconozco que le corresponde", ahí tenemos el sacrificio gratuito del duelo, es el final del duelo. Porque un duelo, como un psicoanálisis, en esencia , tiene un final.
   El místico lleva hasta su término extremo el pasaje al acto de ese mismo deseo de abandono; no será cedido solamente el objeto robado, sino el robo mismo, el acto al que responde el duelo; acto por acto. Así lo expresa San Juan de la Cruz(4):

                          ¿Por qué has llegado
                           aqueste corazón, no le sanaste?
                           Y pues me lo has robado
                          ¿por qué así le dejaste
                           y no tomas el robo que robaste?

   Y Shakespeare también. Al descubrir que la muerte de su padre habría vuelto loca a Ofelia, Laertes, Aterrorizado, declara(5):

                           ¡Oh Cielos!,¿es posisible que la cordura de una doncella
                            Sea tan mortal como la vida de un viejo?
                            La naturaleza se afina en el amor, y al afinarse
                            Envía alguna preciosa muestra de sí misma
                            Junto a la cosa que ama.

                            Oh Heavens, is`t possible, a young Maids wits
                            Should be as mortalls as an old man life?
                            Nature is fine in Love,  and where`tis fine
                            It sends some precious instance of it selfe
                            After the thing it loves.

   Denominar "pequeño trozo de sí" a esa precious instance of it selfe debería ayudarnos a expresar su función en el duelo.
   Acerca de que la muerte sea capaz de otorgarle su estatuto de objeto perdido, por el momento sólo ofrecemos como prueba una historieta tanto más ejemplar en la medida en que ocurre entre niños, con la implacable ausencia de piedad observable en determinados acontecimientos de los años de escuela. Sucede en Mexico, donde es sabido por ejemplo que darles ritualmente de comer a los niños sus parientes muertos o su propia cabeza de muerto (ambas cosas hechas de azúcar, con una leyenda identificatoria de la persona en cuestión) no los pone enfermos, ni mucho menos.
   Es el momento del recreo: un niño más grande, más corpulento que otro toma por la fuerza un objeto considerado valioso que el más pequeño detenta. A partir de allí, ¿cómo se presenta el problema para este último? Por cierto que no puede acusarlo, es contrario a la moral de los niños. Pero tampoco puede someterse lisa y llanamente a la ley del más fuerte, aceptar una pérdida que no ha consentido -de otro modo también se "rebajaría" en el sentido de que quedaría "bajoneado"*(6). ¿Y entonces?¿Cuál será su acto?¿Cómo se decidirá?
   Ahora bien, hay una solución mexicana, como prefabricada, y que proviene directamente de la notoria apertura hacia la muerte tan característica de esa región. Así, aquel a quien alguien más fuerte le ha quitado el objeto (elevado a la función de objeto deseable, de agalma, por ese mismo robo), aquel que entonces es violentamente transformado en deseante, en erastés(7), cuando se paseaba tranquilamente como portador del objeto maravilloso, como el eromenós que quizás no sabía que era(8), puede decirle al usurpador:

          -¡Que te sirva de vela!*

   Sobreentendido... (aunque la cosa es tan obvia que no hace falta decirla):

          -¡Que te sirva de vela... para tu entierro!*

   Después que esta ha sido articulada por el débil, el más fuerte no le salta al cuello para estrangularlo ni le da una paliza. Por el contrario, todo sucede como si debido a la formulación de ese anhelo (ya que lo es, en su debida forma de subjuntivo) los dos participantesde ese "intercambio" hubiesen quedado exentos, y exentos aún cuando verdaderamente ha ocurrido un acontecimiento, dado que se ha realizado una modificación, dado que el erastés se ha vuelto eromenós y el eromenós, erastés. A pesar de la violencia del acto sufrido, incluso de la violencia (que no es la misma)de la reacción ante el acto, del reacto, lo esencialsigue siendo que ha habido un fin; luego de la proferición de la réplica, el asunto está cerrado, cada cual puede ir a dedicarse a sus ocupaciones.
   No habría pasado lo mismo si, como en Francia, la respueseta hubiese sido la amenaza: "¡No te lo llevarás al paraíso!" Tanto en Francia como en México, los elementos son los mismos: dos participantes, un solo objeto, un desplazamiento de lugar. Pero mientras que la amenaza francesa lisa y llanamente traslada la disputa hasta la puerta del más allá, contentándose con sugerir que sólo allí podría hallarse, que ese más allá constituiría un límite, aunque sin que sepamos por qué ni cómo, la réplica mexicana en cambio hace del más allá el sitio en donde el problema será efectivamente resuelto; dice cómo y mediante qué cosa está resuelto desde ahora en este mundo.
   ¿Qué producesemejante conclusión? Todavía no estaríamos al tanto del acontecimiento si admitiéramos que el débil formula un voto de muerte con respecto al fuerte, ¡y además la historia no dice si le desea una muerte inmediata o después de haber vivido ochenta años! Poco importa, a decir verdad. Sólo cuenta el hecho de que el objeto intempestivamente sustraído le sirva de vela al que lo toma en el momento en el que va a largar las velas*, es decir, a morir(9).
   En buena lógica, la verdadera conclusión no puede surgir sino de un acto cuyo contenido no resulta muy difícil de precisar, ya que debe ser conforme al acontecimiento que ha ocurrido; por lo tanto, no puede ser sino el acto por el cual el débil le daría al fuerte lo que el fuerte le ha sacado. Y eso es precisamente lo que se realiza con la frase declarativa: se lo cede, pero para su muerte. Sólo esa muerte le otorga su estatuto de don al objeto que ha sido sustraído. Sólo ella lo transformaen un objeto de sacrificio.
   Si la actualidad en occidente está en la donación de órganos, entonces el presente trabajo se sitúa como inactual. Recientemente, en la radio, pudimos oír esta declaración de un especialista, entrevistado luego de la noticia sobre la muerte de un niño aquejado de mucoviscidosis y para el cual no había podido hallarse ningún donante de pulmón:

          Negarse a donar, declaraba Diafoirus ¡es llevarse un tesoro a la tumba!

   Demasiado comprometido con su posición, el médico de servicio mediático olvida todos los objetos que contenían (nada menos que los más preciados) las tumbas faraónicas, las de la antigua China, las de muchas otras regiones y culturas, incluso las más remotas. Por lo tanto, a contrapelo de esa voluntad moderna de recuperación de los tesoros que se llevaría la muerte, diremos: hay un duelo cuando quien está en duelo, lejos de recibir algo del muerto(10), lejos de extraer alguna cosa del muerto, suplementa la pérdida sufrida con otra pérdida, la de uno de sus tesoros.
   Así le corresponde hoy al análisis, si es ciertoque con Lacan supo delimitar el alcance subjetivamente del "objeto petit a" como objeto radicalmente perdido, elevar lo real de una economía técnica de intercambio, y en contra de esa misma economía, a la dignidad de lo macabro.

          Considerad lo que se oculta en las narices, en la garganta, en el vientre: suciedades por todas partes. Nosotros a quienes repugna incluso tocar con el dedo el vómito o el estiércol, ¿cómo podemos desear estrecharen nuestros brazos el saco mismo de excrementos?

   Odon de Cluny, en el siglo XI(11), destaca lo macabro para disuadir del comercio sexual, empleando la necrofilia contra el deseo(12). Sin embargo, la cosa se invierte, y es sabido que las épocas macabras fueron dichosas, ricas en goces de la vida entre aquellos mismos que cultivan lo macabro. Por otra parte, basta con leer esas líneas para advertir que lo macabro, como el análisis, aísla el objeto petit a. Al igual que este otro texto(13), donde el poeta se preocupa por indicar que la podredumbre que invade el cadáver no proviene de la tierra donde es sepultado, de los gusanos que la habitan, sino del mismo cuerpo, que la lleva consigo desde su nacimiento:

          No es más que todo suciedad
          Muerte, esputos y porquerías
          Fétida hedionda y corrompida.
          Ten cuidado con las obras naturales...
          Verás que cada uno lleva
          Hedionda materia producida
          Fuera del cuerpo continuamente.

          N`est que toute ordure
          Mor, crachats et pourritures
          Fiente puantet corrompue.
          Prens garde ès oeuvres naturelles...
          Tu verras que chascun conduit
          Puante matière produit
          Hors du corps continuellement.

   Que este libro pueda restablecer lo macabro en su función de suscitación del deseo en quien está vivo.(Pp. 7-15).

NOTAS:

* En español en el original [T.].
(1) El mismo momento en que Freud escribe "Duelo y melancolía". La publicación en 1992 de un texto como la novela filosófica de Pierre Bergounioux L`orphelin (París, Gallimard) muestraque apenas hoy se está empezando a ponderar la amplitud de los daños, y en especial el quiebre que esa universalización de la guerra introdujo en la muerte y en la paternidad.
(2) Cf. más abajo, "Estudio c". Reina una fantasía bastante grande en la transliteración del nombre de este autor en francés: Kenzaburo Oé (Gallimard), Kenzaburo Oe (Stock), Kenzaburô Oe (Le Monde), Ôe Kenzaburô (ed. Labor & Ph. Picquier). Optamos por esta última solución que expresa claramete a qué sistema se remite "el sistema Hepburn, donde e se pronuncia é y donde el acento circunflejo indica una vocal larga) [lo que no seguimos en la traducción debido a que el nombre del autor se ha conocido en español con la primera de las formas aquí enumeradas(T.)]; no obstante, no adoptaremos el uso japonés de colocar el patronímico delante del nombre de pila, ya que trasladado a Francia suena poco natural.
(3) William Shakespeare, Julio César, III,2, 105.
(4) San Juan de la Cruz, Poetas místicos españoles, México, UNAM, 1942, p.106.
(5) William Shakespeare, "Hamlet", en Tragedias, Trad. cast. de José María Valverde, Barcelona, Planeta, 1994, versos 156 a 160,p.173 [Aunque la traducción citada en castellano sea en prosa, la segmentamos en versos para que pueda cotejarse mejor con el original].
* Traducimos así el doble sentido del término cafard ("soplón, acusador") y en la frase avoir le cafard ("tener ideas negras" o en Argentina, "estar bajoneado"). Cabe añadir que cafard significa también "cucaracha".[T.]
(6) Lacan señalaba, para nosotros con mucha razón, que lo que suele llamarse depresión sobreviene después de que un sujeto ha retrocedido frente a un acto al que no podía... decidirse.
(7) Hay en este punto más de una analogía con el duelo. También quien está de duelo es en primer lugar un deseante que no quiere serlo.
(8) Agalma, erastés y eromenós forman una batería de términosque actúan en El Banquete de Platón. Lacan los estudia en su seminario Le transfert dans sa disparité subjective, sa prétendue situation, ses excursions techniques (boletín Stécriture).
* En español en el original[T.]
* En español en el original[T.]
(9) En este punto incide un posible juego de palabras, puesto que vela es también "vigilia"[veille] y que "no darle a uno vela en un entierro" quiere decir que ese uno (el uno), entanto que muerto, ya no tiene voz ni voto. En la misma línea, tenemos también velorio, la acción de velar (que produce un equívoco, ya que el equívoco se reactiva con velorio, toma del velo) y velatorio, la vigilia fúnebre.
(10) Es lo que verdaderamente estaría en juego en las disputas por la herencia, e incluso en los problemas de transmisión. Las muertes de Freud y de Lacan no le plantean al analista la cuestión sobre lo que recibe de Freud y de Lacan, lo incitan a determinar lo que va a poner de sí en sus tumbas para que ellos sean los muertos que son y él a su vez sea, por esto , el seguidor que es.
(11) Citado por Philippe Ariès, El hombre ante la muerte, Madrid, Taurus, 1983,p.99.
(12) ¡No hay una palabra sobre la necrofilia en "Duelo y melancolía"!
(13) También citado por Ph. Ariès,op.cit.,p.107.

  
                                                                                                                           

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