martes, 24 de mayo de 2011

JULIA KRISTEVA - LA BELLEZA: EL OTRO MUNDO DEL DEPRESIVO

("Soleil Noir. Dépression et mélancolie" Editions Gallimard, 1987. Trad: Rodrigo Gómez M.)


                                                                     IV

                                          La belleza: el otro mundo del depresivo

 El más allá realizado aquí abajo

   Nombrar el sufrimiento, exaltarlo, diseccionarlo en sus últimos componentes, es sin duda un medio de asimilar el duelo. A veces de complacerse, pero también de desplazarlo, de pasar a otra cosa, menos candente, cada vez más indiferente... Sin embargo, las artes parecen indicar algunos procedimientos que bordean la complacencia y que, sin invertir simplemente el duelo en manía, aseguran al artista y al conocedor un control sublimatorio sobre la Cosa* perdida. Por la prosodia en un comienzo, este lenguaje más allá del lenguaje, que inserta en el signo el rítmo y las aliteraciones de los procesos semióticos. Por la polivalencia de los signos y de los símbolos, que desestabiliza la nominación y, acumulando alrededor de un signo una pluralidad de connotaciones, ofrece una oportunidad al sujeto para imaginar el sin sentido, o el verdadero sentido de la Cosa*. Por la economía psíquica del perdón, en fin; la identificación del locutor con un ideal acogedor y benévolo, capaz de suprimir la culpabilidad de la venganza o de la humillación de la herida narcisista subyacente en la desesperanza del deprimido.
   ¿Lo bello puede ser triste? ¿La belleza está en parte ligada con lo efímero y, a la vez con lo bello?. O bien ¿el objeto bello es lo que reaparece una y otra vez, luego de las destrucciones y las guerras, para testimoniar que existe una supervivencia ante la muerte, que la inmortalidad es posible?.
   Freud roza estas cuestiones en un breve texto, De lo efímero (1915-1916)(1), inspirado por un debate con dos amigos melancólicos, entre ellos un poeta, durante un paseo. Al pesimista, que desvaloriza lo bello en virtud de su destino efímero, Freud replica: "Al contrario, ¡es un incremento del valor!". La tristeza que suscita en nosotros lo efímero le parece, sin embargo, inpenetrable. Declara: "[...]para el psicólogo, el duelo es un gran enigma[...]sin embargo,  porqué este desprendimiento de la libido de sus objetos debe ser un proceso tan doloroso, no lo comprendemos y no podemos deducirlo actualmente de ninguna hipótesis."
   Poco tiempo después, Duelo y melancolía (1917) propondrá una explicación de la melancolía que, según el modelo del duelo, se debería a la introyección del objeto perdido, a la vez amado y odiado que hemos evocado más arriba(2). Pero aquí, en Lo efímero, vinculando los temas del duelo, de lo efímero y de lo bello, Freud sugiere que la sublimación sería el contrapeso de la pérdida a la que la libido se apega tan enigmaticamente. ¿Enigma del duelo o enigma de lo bello?. ¿Qué parentesco hay entre ellos?.
   En efecto, aunque invisible antes de que el duelo del objeto amado se realice, la belleza está e, incluso, nos cautiva: "La alta estima que tenemos por los bienes culturales[...] no habrá sufrido menoscabo por la experiencia de su fragilidad." ¿Qué es lo que no sería alcanzado por la universalidad de la muerte: la belleza?.
   ¿Lo bello sería el objeto ideal que no decepciona jamás a la libido?. O bien ¿el objeto bello aparece como el reparador absoluto e indestructible del objeto abandónico, situándose desde ya en un plano diferente del terreno libidinal tan enigmáticamente adhesivo y decepcionable, y que se despliega en una ambigüedad más allá del objeto "bueno" o del "malo"?. En lugar de la muerte, y para no morir de la muerte del otro, produzco- o al menos así lo percibo- un artificio, un ideal, un "más allá" que mi psique produce para ubicarme fuera de ella: ex-tasis. Bello de poder reemplazar todos los valores psíquicos perecederos.
   Desde allí, el analista se plantea una pregunta suplementaria: ¿por medio de qué proceso psíquico, de que modificación de los signos y los materiales, la belleza llega a atravezar el drama que se pone en escena entre pérdida e influencia, en la pérdida-desvalorización-condena a muerte de si mismo?.
   La dinámica de la sublimación, movilizando los procesos primarios y la idealización, teje alrededor del vacío depresivo y, a partir de él, un hiper-signo. Es la alegoría como magnificencia de lo que no está más, pero que retoma para mí una significación superior porque soy capaz de rehacer la nada, mejor y en una armonía inalterable, aquí, ahora y para la eternidad, a la vista de un tercero. Significación sublime en lugar del sin sentido subyacente e implícito, es el artificio que reemplaza lo efímero. La belleza le es consubstancial. Como los adornos femeninos que ocultan las depresiones tenaces, la belleza se manifiesta como el rostro admirable de la pérdida, la metamorfosea para darle vida.(Pp.107-111).

NOTAS:
* N. del T.: Chose (Cosa) en el original, palabra con la que se designa y distingue a la Cosa ("das Ding") freudiana, el Otro absoluto, de cualquier objeto (objet) sustitutivo en la serie significante.
(1) Resultats, Idées, Problèmes, t.I, P.U.F., Paris, 1984, pp.233-236; S.E., t.XIV, pp. 305-307; G.W. , t.X, pp. 358-361.
(2) Cf. supra, Cap.I, p.20 sq.


   

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