sábado, 4 de junio de 2011

"PSICOANALISIS Y ARTE" (Paul Ricoeur) (En Escritos y conferencias 1. En torno al psicoanálisis)

Écrits et conférences 1. Autour de la psychanalyse (Éditions du Seuil, mars 2008) Textos reunidos y preparados por Catherine Goldstein y Jean-Louis Schlegel con la ayuda de Mireille Delbraccio. Presentación de Jean-Louis Schlegel. Postfacio de Vinicio Busacchi. (Trad.:Rodrigo Gómez M.)

"Psychoanalysis and the Work of Art", texto de una conferencia dada en el Washington School of Psychiatry, en las Edith Weigert Lectures en 1974, fue publicado en Psychiatry and the Humanities, editado por J. H. Smith, New Haven-Londres, Yale University Press, 1976, p.3-33.
   El texto original en francés se encuentra bajo forma manuscrita en los archivos, con el título: "Psychanalyse et art". No ha sido publicado en francés hasta hoy.

                                                      PSICOANALISIS Y ARTE (1)

Los adversarios del psicoanálisis le reprochan con facilidad el hecho de reducir el arte y la creación estética. Sin embargo un lector atento de los escritos de Freud, debería, a mi parecer, estar intrigado por la modestia, por las declaraciones de incompetencia, por las confesiones de insuficiencia y, finalmente por la insistencia de Freud en señalar los límites del psicoanálisis aplicado al arte.
   Las advertencias abundan en el último capítulo de Un recuerdo de infancia de Leonardo da Vinci: la patografía dice, no se propone explicar la obra del gran hombre; y no se puede reprochar a nadie de no cumplir lo que jamás se ha prometido. El objetivo de nuestro trabajo se propone explicar las inhibiciones de Leonardo da Vinci en su vida sexual y en su actividad artística. En cuanto al don artístico y a la capacidad de trabajo, ellas están íntimamente ligadas a la sublimación. Así que debemos confesar que la esencia de la función artística no debe permanecer inaccesible psicoanalíticamente. En breve, si el psicoanálisis no nos explica porqué Leonardo fue un artista, al menos nos lleva a comprender las manifestaciones y límites de su arte.
   Estas reservas no son para nada aisladas. Se las reencuentra en Mi vida y el psicoanálisis *, en El malestar de la cultura, en el Esquema de psicoanálisis. De diversas formas, se repite que la estimación estética de la obra de arte, al igual que la explicación del don artístico, no son tarea del psicoanálisis.
   Estas insistentes precauciones deberían hacernos reflexionar(2). Mi investigación se enfoca en apreciar el verdadero alcance de estas reflexiones. Mi examen se centrará en la hipótesis según la cual la confesión de un límite inherente en la aplicación del psicoanálisis al arte, sería puramente táctico y serviría solamente para reducir las resistencias de un auditor o de un lector, no familiarizado con el psicoanálisis, ante una explicación que, de hecho, es bastante calculada. Desearía mostrar la insuficiencia de los argumentos en favor de esta tesis, y buscar en la metapsicología misma de Freud, las razones de sus escrúpulos. Sin embargo, no incluiré argumentos ajenos a la obra de Freud, me mantendré dentro de ella constantemente.

                                                                            I


Un primer argumento puede extraerse de la función estratégica ejercida con respecto a los aportes del arte, en la obra más incuestionada del psicoanálisis La interpretación de los sueños (3). Lejos de que el psicoanálisis se haya constituido sin referencia alguna a las obras de arte, y que haya sido aplicado a él a posteriori, la comparación entre el sueño, el síntoma, los cuentos y los mitos, es absolutamente primitiva, y está orgánicamente ligada a la demostración central de la Traumdeutung *1. Este paralelismo es bastante sorprendente: desde su origen el descubrimiento fundamental de Freud en su auto-análisis, se encuentra ubicado bajo el patronazgo de un héroe de la leyenda griega, cuya existencia es, para nosotros, puramente literaria. Edipo no existe más que en Edipo Rey. Es un personaje de Sófocles, y nada más. Así, el drama individual se encuentra identificadoy nombrado desde un comienzo gracias a la mediación de una figura que la poesía ha erigido como paradigma mítico. Ciertamente no es el carácter poético, literario, estético de la figura de Edipo, lo que ha fascinado a Freud, es su subject-matter *2, y la identidad del contenido significado por el mito, con el que es revelado por el auto-análisis. Por lo menos, un rasgo propiamente estético es pertinente: la universalidad que se vincula al mito literario. Si el mito no estratado como ficción, por lo menos su contenido presenta un rasgo específico, gracias al cual un hecho psicológico singular, lleva inmediatamente el sello de una estructura universal; esto es lo que expresa la denominación misma de la experiencia descubierta por la vía estricta del auto-análisis, y que de ahí en adelante llevará un nombre griego(4).
   Sin embargo, este esquema demostrativo no funciona, a menos a que se admita implícitamente, que la obra de arte cumple con la misma explicación que el sueño. O, más exactamente, el sueño y la obra de arte deben ser, uno en relación al otro, paradigma explicativo, dentro de una demostración rigurosamente circular. Esto es posible, si tienen el rol de modelo para los diferentes puntos de vista: el sueño, para el punto de vista genético, la obra de arte, para el punto de vista estructural.
   Por una parte, en efecto, el análisis del sueño da la clave de la interpretación, en cuanto a la derivación de los sentidos, según la fórmula que da título al capítulo III de La interpretación de los sueños: "El sueño es un cumplimiento del deseo."(5) Esta fórmula es en sí misma, el resumen de una cadena de proposiciones: el sueño tiene un sentido, este sentido llama a un tipo preciso de deciframiento, detalle por detalle, el sentido latente es separado del sentido aparente por un trabajo -el dream-work *3, que reúne las relaciones de fuerza y las relaciones de sentido, como lo expresan las nociones de desplazamiento, de condensación, de figuración sensible, de elaboración secundaria-, en fin, los deseos representados por el sueño bajo un modo disfrazado, son los deseos más antiguos, arcaicos e infantiles.
   He aquí lo que es paradigmático en el sueño, y que es analógicamente transpuesto desde el sueño hacia la obra de arte.

[...]

                                                                           II


Un segundo argumento contra la sinceridad real de las declaraciones de modestia de Freud, en materia de psicoanálisis aplicado al arte, puede extraerse de algunos ejercicios, en los cuales las obras de arte no sirven solamente como ejemplo de apoyo, sino que son analizadas en sí mismas. Estos intentos autorizan, al parecer, a concluir que las obras son análogas al sueño y al síntoma, y que ésta analogía está fundada en la estructura fantasmática común a la serie de análogos. La analogía, en efecto, no es un parecido vago, sino un parentesco construído.
   Vemos como Freud delimita en general, lo que yo llamaría el espacio de lo fantástico, y distribuye las figuras de lo fantástico en este medio homogéneo.
   El pequeño ensayo Der Dichter und das Phantasieren (1908) (21) prepara al lector para esta visión unitiva de todo el campo de la Phantasieren, ordenando según una escala gradual, las diversas producciones psíquicas, es las que las formas extremas aparecen sin una medida común: los fantasmas del sueño y de la neurosis en un extremo del espectro, las creaciones poéticas, que el profano relaciona a una "personalidad aparte", en el otro extremo del mismo espectro. Las distancias pueden ser reducidas si se sabe intercalar entre los términos opuestos, los intermediarios convenientes. Es la táctica empleada en este breve y hábil ensayo. Los grados intermedios considerados aquí son los juegos infantiles y los sueños diurnos (Tagträume) de los adultos. Luego están los cuentos populares, donde el héroe simboliza a su majestad el yo -"héroe de todos los sueños diurnos, y de todas las novelas"(22). Luego las novelas psicológicas que se vinculan al tipo egocéntrico a través de una serie de transiciones graduales, hasta que el autor llega a parecer el observador de sus personajes. La continuidad de estas transiciones permite extender, por grados, el modelo del Wunscherfüllung ("cumplimiento del deseo", wishfullfilment en inglés), ofrecido por la interpretación del sueño. En efecto, la diferencia decisiva entre la obra de arte y el fantasma, no reside en el material (Rohstoff) instintivo empleado, sino en la técnica por la cual el escritor consigue el efecto producido sobre el lector. Mientras que el sueño diurno no produce más que pudor en el soñador, y lo inclina a disimular sus fantasmas ante los demás, el artista produce placer con lo que nos debería repugnar o dejar indiferentes.
   ¿Cómo? Toda el Ars poetica, dice Freud, se resume en las técnicas por las cuales el artista llega a seducirnos, ofreciéndonos un "beneficio de placer", un placer puramente formal, vinculado a la representación de los fantasmas. Esta "prima de seducción" - técnicamente llamada "placer preliminar" -nos permite obtener placer a partir de la liberación de fuerzas psíquicas que encuentran su expresión fantasmática en la obra. "Tal ganancia de placer que se nos ofrece, es posible a través de la liberación de un placer mayor, que emana de fuentes psíquicas más profundas y que se denomina prima de seducción o placer preliminar."(23)

                                                                            III


Un tercer argumento toma aquí el relevo: si Freud no aborda directamente, en los textos que hemos considerado, el enigma por excelencia, el de la creación estética es, se dirá, porque el tema del "don", del "genio", de la "creación" no es en el fondo, estético, sino teológico. Inmediatamente, revela una ideología disimulada, en que las expresiones culturales privilegiadas señalan hacia una esfera distinta de la del arte, y que Freud precisamente ha desenmascarado en sus escritos sobre religión. La idea de creador, en efecto, conserva una resonancia religiosa, hasta para los espíritus más racionalistas. Quizás es en ella donde esta ideología teológica encuentra su último refugio: ¿el creador no es el padre de sus obras, por lo tanto una figura paterna? Como escribe Sarah Kofman en L`Enfance de l`art (47), solamente con una concepción teológica del arte puede suponerse "un sujeto consciente libre, padre de sus obras como Dios lo es de la creación".
   Que Freud haya dado crédito, si no en hecho, al menos de palabra, a la ideología del genio, dan testimonio sus escrúpulos al comienzo de este ensayo. Pero la función estratégica de estos escrúpulos se descubre en el momento en que se considera que romper el ídolo del artista, figura disimulada del padre es, en última instancia, "llevar a cabo un asesinato, el del artista como genio, como gran hombre"(48). Por lo tanto, la aplicación del psicoanálisis al arte debe encontrar las más fuertes resistencias. De estas resistencias dan cuenta los escrúpulos de Freud. Bastaría para desenmascararlo "leer los textos de Freud sobre arte según un método de desciframiento que él mismo enseñó, distinguiendo lo que dice, de lo que hace realmente en su discurso"(49). Esta lectura suspicaz del texto freudiano no arriesgaría ser arbitraria, ya que se encuentra el prototipo en los escritos de Freud sobre religión. Estos textos contendrían la clave de una autocrítica que, aplicada a los textos sobre arte, pondría un término a la autocensura que se ha ejercido, ya sea sincera o engañosa.
   A la luz de textos como El porvenir de una ilusión, El malestar de la cultura, Moises y el monoteísmo, el culto del genio en el arte aparece, en efecto, hecho de la misma tela pulsional que el del genio religioso. En uno y otro, la sobreestimación del padre en la temprana infancia, la rivalidad con él, la liberación del deseo de darle muerte, en fin la interiorización de su efigie, conduce al mismo travestismo por medio de las figuras sublimes. La principal diferencia entre el culto del arte y la religión del padre, consistiría en que la fase artística correspondería al estadio narcisista, la fase religiosa al estadio objetal de la libido, a la fijación a los padres, para retomar el esquema evolutivo de Totem y tabú (que no habla de fase artística, sino de fase animista). Este paralelismo haría del arte "el último bastión del narcisismo"(50).(Pp. 221-248).

NOTAS:
(1) En el texto manuscrito, las citas de Freud están frecuentemente en inglés, y la referencia remite a las obras de Freud en su traducción inglesa. Nosotros hemos dado la traducción francesa de los textos, según las diversas ediciones disponibles en francés (Nota de los compiladores).
* Los títulos de las obras de Freud mencionadas en el texto, están traducidas a partir de los títulos en francés, que son los que se dan aquí (N. del T.)
(2) No se debe atribuir a la misma prudencia, las declaraciones preliminares del "Moises" de Miguel Angel (que, no debemos olvidar, fueron publicadas en forma anónima): "Preciso de antemano que en materia de arte, no soy un conocedor, sino un profano. Muchas veces he notado que el contenido de de una obra de arte me atrae más que sus cualidades formales y técnicas, a las que el artista les da un valor prioritario. Se puede decir que para los medios y los múltiples efectos del arte, me hace falta la inteligencia adecuada. Debo decirlo para asegurarme un juicio indulgente sobre este ensayo", Cf. Le "Moïse" de Michel-Ange, en L`Inquietante Étrangeté et autres essais, Gallimard, coll. "Folio Essais", 1985,p.87.
(3) La interpretación de los sueños (Traumdeutung)
*1 Interpretación de los sueños (en alemán en el original) (N. del T.)
*2 Temática (en inglés en el original) (N. del T.)
(4) Las cartas a Fliess dan testimonio de la antigüedad de este paralelismo. "Me vino un sólo pensamiento ante el valor general. He encontrado también en mí, el sentimiento amoroso por la madre y los celos por el padre, y lo considero actualmente como un hecho general de la primera infancia [...] Si es así, se comprende la fuerza sorprendente de Edipo Rey, a pesar de todas las objeciones que la razón eleva contra lo que propone el destino, y se comprende porqué el "drama" del destino, más tarde resonará miserablemente [...]. Cada auditor ha sido un día, en germen y en fantasía este Edipo y, ante tal realización onírica, transportada aquí en la realidad, retrocede asustado por tal liberación que separa su estado infantil del actual" Carta 142 [71] del 15 de octubre de 1897.
(5) L`Interpretation du rêve, en Oeuvres Complètes, vol. 1899-1900,PUF,2004; p.157
*3 Trabajo del sueño (en inglés en el original)(N. del T.)
[...]
(21) Le Créateur littéraire et la fantasie, retomado en L`Inquietante Étrangeté et autres essais, p.31-46
(22) Id.,p.42
(23) Id.,p.46
[...]
(47) Payot, 1970 (cit. p.20)
(48) Id.,p.26
(49) Id.,p.30
(50) Id.,p.35

 


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